sábado, 28 de septiembre de 2013

DIARIO DE UNA ESCALADORA. MIS PRIMERAS VIAS.

La vida a vista de pájaro



14/09/13: Vía piloto en el Pico de la Miel. La Cabrera. Madrid


Tras varios intentos de escalar vías cortas y no con mucho éxito, se me ofrece la oportunidad de hacer una escalada un poco mas de verdad, de esas de varios largos. Sin pensarlo mucho y sin marear al personal decido aceptar el plan. La compañía era inmejorable. Mi chico, al que tengo que dar las gracias, o quizás un puño por haberme introducido en este mundillo jajaja!!, y el gran alpinista Paco Aguado.


Ahora que ya entendía un poco más el lenguaje del escalador, mi primera pregunta fue: ¿Cuántos metros tiene? ¿Qué grado? La respuesta era un tanto titubeante. Pero evité profundizar más y simplemente limitarme a disfrutar de una nueva experiencia.
Bajamos del coche y no puedo de la emoción. El pedrusco es grande, pero estoy contenta y motivada. Lo tengo que conseguir. El miedo no existe y el pánico… espero que tampoco. Mis mallas de Mickey, que muchas califican como horteras o ridículas, me darán fuerza para llegar hasta lo más alto.

Con las mochilas preparadas nos disponemos a una aproximación un tanto exigente, no para dos jóvenes, pero quizás si para un alpinista con una forma física un tanto redonda jaja!! Pero que me dejará con la boca abierta cuando le vea como hace lo complicado tan sencillo como caminar.

Llegamos a nuestro punto de partida. Paco, conocedor a fondo de ese pico, nos explica el planning de escalada. Rubén escucha atentamente y seguirá algunos de sus consejos, el muy cabezota no creo que le haga caso en todo, jajaja!! Escalaré de segunda junto con Paco.
Allá va Rubén. Primer largo hasta la encina. Ahora nos toca empezar. ¡¡¡Pero si ya tengo problemas y no he empezado!!!! Un respiro y escuchar atentamente las explicaciones pausadas hacen que pase ese primer obstáculo. Después va todo rodado. Y allí estamos los tres. Parece que mis pies de gato, que Paco califica como zapatones de payaso, si agarran, pero me bailan bastante. Tras un beso de ánimo, Rubén continúa con el segundo largo. Allí esperamos Paco y yo, a la sombra de una encina, que hace un calor… el cogote empieza a coger un tono un tanto rojizo. El buen sentido de humor de Paco ameniza la espera.

El segundo largo es un poquito más complicado. Hablando de grados… pues creo que un 6a. Vamos, que Rubén “caga un poquito de vinagre”, yo creo que muy poco, que se le dio fenomenal, y muy amablemente me colocó una trampita, una pequeña escalera para pasar ese trozo malo.
El tercer largo transcurre por una grieta. Yo no sé muy bien cómo colocar los pies por ella, pero lo consigo. En la última parte, ya cuando veía la reunión, puedo decir que fui yo la que “cagó vinagre”. Sentí pánico por unos momentos y apoyé rodillas, me hubiera agarrado hasta con los dientes si hubiera podido. El resultado fue un pequeño agujero en mis divertidas mallas. Me intenté relajar aunque en esa reunión no se podía casi ni respirar.

Y por fin, último largo. Una escalada fácil y una trepada final nos llevaría a la cumbre.


Mi primera cumbre.

Me siento orgullosa.




Y el día de escalada acabó con un avituallamiento de moras, manzanas y un enorme racimo de uvas. Y lo más importante, feliz y con ganas de repetir.










21/09/13: Escalada en Ulaca

Tras una noche de acampada con una luna llena de esas espectaculares y un desayuno preparado con mucho cariño, mochilas preparadas que iniciamos nuestro camino hasta el pico.














Aún recuerdo las sensaciones que tuve hace unos seis meses cuando caminaba por ese sendero para colocarme por primera vez un arnés y entrar en el mundo en el que no existe el miedo. Menudos nervios, y ahora incluso iba silbando y dando saltitos.


Nos enfrentábamos a nuestra primera vía juntos. Que emoción. Ahora ya no tenía a nadie a mi lado diciéndome donde debía colocar el pie. Así que concentración a tope y… pa’rriba. Me costó algo comenzar, pero el primer largo fue fácil. 



            En el segundo largo comenzaron molestias en mi tendón de Aquiles… molestias que se estaban convirtiendo en dolor. Debía aguantar. La reunión no era el sitio más apropiado para descansar. Físicamente lo estaba pasando mal. Mentalmente lo tenía superado. Podía mirar abajo, no me daba miedo. Rubén decidió montar otra reunión unos metros más arriba para que esperara más cómoda, cosa que agradecí enormemente.  

Nos quedaban dos largos más y lo teníamos hecho. El último largo, muy requetefácil será bautizado como mi primer largo de primera. No tenía ningún riesgo, pero ya era un reto más, unos metros yo solita hasta llegar arriba. Que contenta estoy, a pesar de que me duele el tendón a rabiar estoy muy feliz.                                                                                                                                                             
                                                                                                                                                                                        

            Ahora toca rapelar esa pared que supuso mi entrada en el mundo de las alturas y las cuerdas. No sé por qué extraña razón me agobié y pedí acompañamiento. Enfurruñado, no tuvo otra opción que aceptar. Pero al momento de comenzar a rapelar juntos me negué en rotundo a que me bajara. Yo ya necesitaba mi control. Menuda idiota, si ya tenía práctica rapelando, ¿porque me entró el “canguis” de repente? Preocupada por mi postura no paraba de preguntar si lo estaba haciendo correctamente. Y el rapel se acabó.


Pero antes de irnos hacia el coche, nos esperaba un manjar, jajaja!! un rico bollito de leche con pavo y queso, que estaba guardado en la mochila. Ostiiii, y debajo de ella una culebra cobijada, que miedoooooo!!!



Que día más completo. Que contentos nos vamos. Nuestra primera vía en pareja.


Hasta pronto,
Ana


martes, 30 de julio de 2013

DIARIO DE UNA BARRANQUISTA - MIS PRIMEROS BARRANCOS




Nunca pensé que fuera capaz de ponerme un arnés y colgarme a unos poquitos metros de altura. Ahora pienso que la palabra “nunca” debería desaparecer del diccionario. Y como suelo decir yo… “no escupas muy alto que te caerá”.

Mi primer contacto con el mundo de la cuerda fue nada mas y nada menos que rapelar una pared de aproximadamente 100metros, “la confianza/amistad mueve montañas”, aunque no sé si sería capaz de repetirlo. Pero ahora miro a esas piedras y al menos puedo decir que yo estuve ahí arribota, viendo la vida a vista de pájaro.

Tras ese primer día, me he ido haciendo un poquito amiga de las alturas, antes éramos enemigas íntimas, así que ya he dado un gran paso jajaja! Algún intento de escalada, no con mucho éxito pero si con mucha ilusión.

Y bueno… una nueva propuesta llegó. “Tenemos que ir a hacer barrancos, te va a encantar”. Yo, que no suelo decir que no a ninguna aventurilla… pues acepté sin dudarlo. Miles de preguntas pero nada de investigación en google (siempre que no sabemos algo, acudimos ahí). Yo solamente iba a centrarme en que necesitaba meter en la mochila para pasar un finde como barranquista, y lo que pasara… pasaría.

Contacto con un neopreno y escarpines ya tenía. Ese olor a goma me resultaba familiar, tampoco supe decir que no a ser buceadora, y ya llevo alguna inmersión que otra. Casco y arnés, otros aparatejos necesarios, que no domino muy bien aún. Ese arnés que se me lía todo, desesperando bastante a mi compañero, pero que con mucha paciencia me lo coloca. El casco, aunque de vez en cuando ladeado porque se me acumula el trabajo y no me da tiempo a ponerlo en su posición recta, ahí va, cubriéndome las ideas y protegiéndome la vida.

Ahora un añadido nuevo, una culera, que deduzco será para resbalarme por los toboganes (que no serán tan resbaladizos como los del aquopolis jajaja!) y ahora he aprendido que también protege el arnés. Botas de barrancos, que evidentemente aun no tengo, así que tirando con unas deportivas viejas, que aunque no es lo más adecuado ya que resbalan algo mas y no agarran el tobillo, habrá que conformarse.



Mis conocimientos para rapelar eran bastante nulos. El ocho, me sonaba, pero ni idea de cómo hacerlo. Aunque en mi mente está la posición ideal, no soy capaz de ponerla en todo momento. El miedo es algo que aunque mucha gente conoce, quien no tiene el “placer” de conocerlo, no entiende que pueda llegar a paralizar el cuerpo e impedirte hacer cosas que tu cabeza conoce pero que intenta mandar la orden al cuerpo y éste no reacciona.

Y he aquí dos fines de semana intensos de barrancos y aventuras con Rubén, “ my personal mountain trainer”


* 13/07/13: BARRANCO DE PORTILLA. CUENCA
Yo pensaba que un barranco debía llevar agua, pero en esta ocasión, tan solo varios charquitos con un poquito de suciedad acumulada fue lo que nos encontramos. Pero que mismo da! Con el neopreno… no importa el frio o la mierda que te encuentres, jajajaja!! A pesar de que el agua no está cristalina, aun podemos ver algo de fauna. Un lagarto que ni se inmuta.                                
Los rapeles en seco… tampoco tenían mucho de emocionante. Pero para un primer contacto y perfeccionar la posición (que falta me hace) es un buen comienzo.
 
13/07/13: CORTADOS DEL JÚCAR. CUENCA
Después de una mañana solitaria, pero no por ello aburrida, vemos a otros aventureros flotando por el agua. Ya no necesitábamos arnés ni cuerda. Ahora tocaba probar algún salto. Pero que altura… me lo pienso… ¿salto o no salto? Si desde abajo no parecía tan alto. Las indicaciones de cómo caer estaban clarísimas. Ahora había que intentarlo.



Admiro a esos “locos” que saltan desde tan arriba. Por hoy, no me puedo quejar, hay que ir cogiendo confianza. Esos pies rectos… maaaal. Esas manos sin cruzar por delante… maaaal. Pero todo irá llegando. Las sensaciones son muy buenas.


Y damos por finalizado mi primer dia de barrancos. Contenta y no muy cansada. Aún tengo fuerzas para subirme a unos taconazos, que según Rubén, eso sí es peligroso y da vértigo jajaja!! Y cenar, o mejor dicho, comer-merendar-cenar, con unas vistas inmejorables y una tormenta a lo lejos.




14/07/13: BARRANCO DE POYATOS
Nos esperaba una horita larga de coche hasta acceder al lugar de inicio. Una carretera maravillosa, de esas típicas con curvas, que no gustan a nadie, pero que a mí me chiflan, con sus árboles, su naturaleza y… una parada para una foto divertida no podía faltar.

Llegamos al comienzo del barranco, que no sería el final. Solo disponemos de un coche, así que cruzaremos los dedos para encontrarnos a gente amable, que por la montaña siempre se encuentra y que nos acerque hasta el coche cuando terminemos. Por suerte vemos a un grupo, que esperemos no perder de vista.
Nos ponemos el “disfraz” y comenzamos a caminar. Unos 10 minutejos hasta llegar al puente de inicio. Parece que lleva agua, no mucho, pero lo suficiente para que eso se vaya pareciendo a la idea de barrancos que me había creado en mi cabeza.


El primer reto conseguido un pasamanos un tanto… que palabra utilizar para definirlo? Antiguo? Desgastado? Jodooooo, esta fatal eh? Tras unos minutos de angustia porque era incapaz de mover el mosquetón y avanzar, tirando de brazos como si me estuviera enfrentando a una via de escalada y con muchos animos de Rubén… llego al punto final de ese put… pasamanos.

Parece que el día se está nublando. La temperatura adecuada, pero… upsss! Truenos. Asustada pregunto si eso es peligroso. La respuesta es… estate tranquila, se va a pasar rápido. Insisto en saber si es peligroso, y vuelvo a obtener la misma respuesta. Deduzco que seguro no es y comienza una explicación sobre las crecidas y la posibilidad de una vía de escape… pero que no iba a ser necesario porque el caudal del río era bajo y patatín patatán. No me convencía nada. Parece que me entra un poquito de miedo por el cuerpo. Pero, ¿de que servía sentir miedo? El miedo no iba a llamar a la tormenta para decirle que se fuera.
Por si no era suficiente, comienza a llover, con algún trueno de acompañamiento, esa lluvia se convierte en granizo…  yo me limitaba a sobrevivir y continuar.

“Ningún mar en calma hizo experto a un marinero”, frase que me encanta y que va al pelo para esta situación. Tras un rato de angustia… apareció el sol y con ello el alivio y las ganas de seguir disfrutando. Que paisajes tan espectaculares.


Y por fin llegaron los primeros rapeles con agua. Que divertidos. Aunque no son tan fáciles, como resbalaaaa!!
 

Este barranco tiene una aventura extra. Quizás no muy conocida por todo el mundo. Un salto de 50metros… upss! Esa cifra se me escapa. Rubén, contento de haber encontrado el punto clave para hacerlo me anima a que le acompañe. Realmente no tengo ninguna necesidad de llevarme un mal trago. Un rapel volado… creo que me quedaré de fotógrafa. Él se va tan feliz a buscar la cabecera y realmente no insiste porque no sabe que se va a encontrar allí arriba. Cada uno se va en busca de su posición. Comunicándonos con el silbato veo una cuerda caer, acompañada de un par de rocas, upsss. Conseguimos que la cuerda caiga en lugar adecuado y comienza el salto. Creo que estoy casi tan emocionada como el “saltador”. Como molaaaaaa. Me cuenta las dificultades que encontró arriba, donde los anclajes no eran muy fiables y me alegro de haber trabajado de fotógrafa.

Continuamos con el barranco, ya nos va quedando menos. Y por fin vemos el puente del final. Vamos a hacernos la foto. Upssss!! Móvil mojado=móvil estropeado. Vaya manera más mala de acabar la aventura. Al menos hemos podido recuperar las fotos.

El grupo llega a la misma vez que nosotros y muy amablemente acercan a Rubén a por el coche mientras yo me quedo soplando el móvil con la esperanza de una resurrección que parece que no llega.


Y damos por finalizado mi primer finde de barrancos. Contenta, muuuuy contenta. ¿Cuándo repetimos?




20/07/13: GARGANTA GALIN GOMEZ. BARRANCO DE LA NAVA. BARCO DE ÁVILA
Tras pasar una noche de acampada en un lugar de esos maravillosos, de fondo de pantalla de ordenador, recogemos todo, nos apretamos un buen desayuno y comenzamos el día.

Neopreno a la espalda, que nos espera una laaaaarga aproximación. Alrededor de 2horas y media. Algunos pensaran que vaya locura, caminar tantísimo para hacer un barranco, otros pensamos que es un privilegio caminar por la montaña y ver esos paisajes.

 Solo espero no agotar mucha energía, que el barranco parece exigente. Tras una larga caminata, con alguna conversación con montañeros por el camino, llegamos.

Wauuuuu! No puedo creerme lo que ven mis ojos. Una laguna con un agua cristalina. Corriendo me pongo el neopreno y sin esperar, me meto sin preguntarme a cuantos grados estará el agua. Y empieza mi curiosidad como buceadora: ¿Alguien vendrá aquí con botella? ¿Qué tipo de peces habrá? No es momento para hacer buceo, pero si para nadar un poquito y refrescarse después del “paseo”. Me pongo la capucha que parece que va a estar fresquita, y las gafas de bucear y… a hacerme unos metros.


Y decimos adiós a la laguna tan espectacular y… comienza el tramo inicial de la garganta.

Lleva agua, lo suficiente para que empiece a familiarizarme con los rapeles mojados.

También viene bien tirar de rapel alternativo y seco, para practicar postura, que bastante falta me hace.


Paisajes indescriptibles…
Ponerles nombre a los rapeles…
Coger alguna que otra rana…

Son muchas horas de descenso. Da tiempo a echarle imaginación a la aventura.



Reconozco que el final se me hizo un poco largo. Quizás por falta de energía que se solucionó con un par de barritas energéticas. El neopreno empezaba a estorbar, a rozar… a casi ganas de mandarle a tomar por c… Después de tantas horas con él puesto, creo que ya daba lo mismo bajar hasta el coche con él. Total, era una horita larga más lo que nos faltaba, pero esas rozaduras comenzaban a doler un poco más de la cuenta…

Y tras muuuuuchas horas en la montaña, llegamos al coche. Nos quitamos el neopreno, esas rozaduras son ampollas… upsss, normal que dolieran. Abrimos una bolsa de patatas que nos sabe a gloria y nos dirigimos a nuestro próximo destino: Valle del Jerte.


La sensación de hoy es aún más gratificante. Era un barranco exigente pero tan espectacular que merece la pena haber caminado unas horas.

Si nos limitamos a hacer lo accesible, nos perderemos lugares maravillosos”




21/07/13: GARGANTA DE LAS NOGALEAS. JERTE
Tras una noche de calor extremo en el albergue de “El Torno” , nos dirigimos a la aventura de hoy. Una zona muy turística en la que vemos a muchos “domingueros” pasando el día. Creo que muchos de ellos nos miraran y pensarán, ¿dónde van esos pirados? Alguno nos toma fotografías que muy amablemente pedimos que nos envíen.
La aproximación estaba chupada tan solo 15 minutejos caminando. Es un barranco muy bien equipado y teniendo en cuenta que el día anterior habíamos hecho un “señor barranco” este nos iba a saber a poco. Equipado estaba de maravilla.

Algun golpetazo inesperado porque muy cabezota y bastante miedosa, continuo con una posición que me hace desestabilizarme y zaaaaas!! Pero no pasa nada, son gajes del oficio.
Joooo, lo que resbala todo. Empiezo a cogerle respeto a esto de los barrancos.

                              
Damos por finalizado el barranco y tras un avituallamiento de cerezas gratis, decidimos ir a hacernos la famosa foto de la lavadora y ya de paso a ver si cuela hacer un “barranquito pequeño”

GARGANTA DE LOS HOYOS. JERTE
Venga, que son solo cinco rapeles, vamos a hacerlo! Como no se decir que no, pues allá que comenzamos. Algún tobogán chulo y algun rápel con obstáculo. Esos troncos ahí puestos… que pintan? Se complica un poco el rapel. Rapeles resbaladizos pero con su encanto.

                  
Mini barranco terminado. Vamos a la carretera que seguro que algún coche pasa y nos “salva la vida”. Negativo. Caminando. Lo que nos sirvió para otro avituallamiento de los nuestros. Qué maravilla comer fruta recién cogida del árbol. Así el camino se hizo más ameno.


GARGANTA DE LOS INFIERNOS. EL JERTE
Y para finalizar el día, subiremos a Los Pilones. Más de lo mismo, pero habrá que verlo ya que estamos allí. ¿Y si le ponemos un puntito de diversión a la subida? Me veo con mi disfraz de runner y como no voy a correr. Pues menudo calentón a la bobada.
Algún mini salto y un salto desde el puente que por mi parte quedará pendiente, eso ya son palabras mayores.
Se agradece un bañito sin neopreno, sentir el agua después de todo un finde metida en esa goma un tanto maloliente.
Yo casi que bajo corriendo (creo que tengo mono, jajaja!!) además se tarda mucho menos…


Y aquí termina mi aventura de barranquista principiante.
Próximo objetivo: barrancos de La Vera. Esperemos que para Agosto sea posible.

Ahora un respiro y a continuar con mis deportes de triatleta. Hasta la próxima,
Ana